
Los berserker eran guerreros vikingos que combatían semidesnudos, cubiertos de pieles. Entraban en combate en trance, poseídos por el odio, insensibles al dolor, y llegaban a morder sus escudos y a echar espuma por la boca (se ha dicho que padecían de epilepsia). Se lanzaban al combate con furia ciega, incluso sin armadura ni protección alguna; hasta se dio el caso de que se lanzaban al agua antes de tiempo de un drakkar y se ahogaban sin que nada se pudiera hacer. Su sola presencia atemorizaba a sus enemigos e incluso a sus compañeros de batalla.
El origen etimológico de esta palabra es incierto, una teoría dice que deriva de "berr" (desnudo) y "serkr" (prenda de vestir, similar a una camisa). Otra teoría afirma que deriva del germánico "berr" (oso) ya que solían usar pieles de animales (osos, lobos y venados).
Se cree que su resistencia e indiferencia al dolor provenían del consumo de hongos alucinógenos (amanita muscaria), o por la ingesta de pan o cerveza contaminados por cornezuelo del centeno, con alto contenido en compuestos del ácido lisérgico, precursor del LSD.
Su muerte era una fiesta, no un conjunto de penas: el guerrero era conducido a una gran barcaza de madera en la cual iniciaría el viaje al Valhalla. Se dejaba llevar corriente río abajo, mientras la barca ardía. Muchas esposas de estos guerreros se introducían vivas en esas barcas y atravesaban su pecho con una espada, para poder alcanzar así la misma suerte que sus maridos.
Llegaron a componer una guardia personal (no más de una docena) al servicio de varios reyes vikingos. Fueron marginados por la sociedad por considerárseles locos, y una leyenda que recorría los países nórdicos contaba que se convertían en hombres lobo, lo que motivó que se les temiera más y se les recluyera, ya en la cristiandad, por considerarlos poseídos por el diablo.